lunes, 7 de septiembre de 2009

Alemania hoy

Entre agosto y septiembre del pasado año, recorrí algunas ciudades alemanas. Todas ellas impresionantes, llenas de historia... Las más importantes de todas, reconstruídas poco a poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), puesto que los aliados decidieron bombardear nuchas de ellas, casi al final del conflicto, en respuesta a la actitud beligerante de Alemania en esa guerra. Personas que vivieron muchos años en algunos de estos lugares, no los reconocen al volver a ellos, porque fueron modificados como resultado del nivel de destrucción que tuvo lugar allí. Sin embargo, Alemania es un país que renace y el ejemplo más claro de ello es Berlín.
La capital alemana muestra sus heridas de todo tipo como signo de cada uno de sus aprendizajes traumáticos, especialmente desde que comenzó a ser la capital de un país concebido sobre las afinidades en la segunda mitad del siglo XIX, dividido en 1945 y reunificado en 1989. Berlín recupera su pasado con una visión crítica que a nivel urbanístico y arquitectónico deja abierta la Historia, como en el antiguo edificio del Reichstag (1884) -parlamento- sobre el que se colocó una nueva cúpula del arquitecto Norman Foster, que transparenta desde el cielo aquel edificio incendiado por los nazis para destruir la democracia e instaurar la barbarie. El cristal de la cúpula aclara el espacio y lo aligera, de modo similar al país que comenzó a ser Alemania hace veinte años, a pesar de una historia que la convierte en un rompecabezas dentro del siglo XX europeo.
Berlín, sin embargo, también deja expuestas huellas que permiten imaginar el efecto de la guerra sin cristales ni reconstrucciones, como en la antigua iglesia del Kaiser Guillermo II (1895) -conocida como "la muela"- debido a la destrucción provocada en ella por los bombardeos aliados y que se ha dejado tal y como quedó destruída en 1943.
Pero la mayor transformación urbanística y espiritual de Berlín la operó el muro que dividió la ciudad a partir de 1961 y del que se han dejado trozos pintados por artistas que recreaban allí lo que aquellas paredes separaban y simbolizaban para todos los alemanes. Decía Hauser que el arte sólo tiene respuestas para aquel que le formula preguntas y para quien no se las formula permanece mudo... Las pinturas sobre el muro berlinés son la mejor respuesta a las preguntas que se formulen sobre esa ciudad antes de 1989.

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